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Octogenario muere electrocutado al caer ventilador de techo en el puchero

El barrio Copola se vistió de negro la semana pasada al morir electrocutado Romulo Cipriani, octogenario que dejó de existir luego de que repentinamente su ventilador de techo cayera sobre el polentoso puchero que estaba almorzando. La Policía Técnica pudo constatar que el ventilador era de 1949 y que estaba pegado al techo por tres chicles Cow Boy que había dejado un nieto del finado en 1987.
El ex metalúrgico y jubilado desde hace 18 años había encendido el ventilador debido a los 39 grados de temperatura que se registraron aquel día sin percatarse de que éste tenía grandes posibilidades de caer sobre su cabeza. Según se advierte en el reporte del medico forense la causa de la muerte habría sido un “paro digestivo semi hemorroidal”, provocado por la electricidad y los ingredientes del puchero. El informe del forense estableció que el puchero de Cipriani tenía 11.768 calorías, gracias a la combinación explosiva de carne (de perro y gato montés), un kilo y medio de dulce de membrillo, medio kilo de grasa de chancho, tres berenjenas, una suela del primer modelo de champion Topsy y dos huesos de indios Aztecas que habrían sido robados del Museo de Antropología hace cinco años.
Al percatarse de tan insólita mezcla el médico señaló que el octogenario habría muerto de cualquier manera, dado que ningún ser humano es capaz de resistir semejante mezcla. Raúl, vecino de Cipriani, salió inmediatamente a desmentir al profesional de la salud y detalló una anécdota muy ilustrativa de los poderes digestivos de su amigo: “En la navidad de 1995 mis nietos dejaron cuatro bombas brasileras prendidas en un plato y nosotros las comimos pensando que eran pildoritas. Nunca nos pasó nada. Ese guiso era un desayuno pa nosotros, pa mí que lo quiso matar el almacenero amanerado de la esquina”. Esta última posibilidad es estudiada actualmente por la seccional N 69 de Copola, aunque la investigación ya habría sido abandonada por un nuevo caso de un oficial que utilizó la cachiporra con fines eróticos.
Otro dato que generó sorpresa en la Policía fueron los testimonios de los vecinos. Mirta y Raquel, ambas viven en frente de la casa del desparecido, calificaron a Romulo como “un viejo medio hincha huevos pero que nunca molestaba a nadie”; sin embargo, Isidoro dijo que “el olor a podrido de sus casa se sentía desde dos cuadras, además, el viejo venía a mi almacén, se cagaba a pedos y me espantaba toda la clientela y un día se cargó a mi hija de 14 años. Mejor que esté bajo tierra”.

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